#ningún otro hombre va a sentir el dolor por un corazón roto como *se pone de pie* luis miguel gallego basteri
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tengo todo menos tu mirada y sin tus ojos… mis ojos ya no ven nada
#ME SOBRA JUVENTUD ME MUERO POR VIVIR PERO ME FALTAS TUUUUUUUU#dios la rata aprieta el puño de rabia#ningún otro hombre va a sentir el dolor por un corazón roto como *se pone de pie* luis miguel gallego basteri
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Adicto a la Ficción
(Publicado originalmente el 07 de Diciembre de 2017)
¿Quién es Cristian Defiore? Supongo que muchas cosas te podría contar de él, pero aun así no sé si sería suficiente para llegar a conocerlo. El problema es que si ni él mismo sabe quién es, sería bastante iluso pretender que alguien más lo pudiera entender.
Si te cuento lo primero que se me viene a la cabeza, te terminaría diciendo que le gusta el café bien fuerte, el chocolate amargo, y la cerveza artesanal. Tiene una mente abierta para muchas cosas que dice disfrutar, pero que nunca las hace. Odia el silencio, no lo ayuda a concentrarse. Aprende rápidamente, es autodidacta y perfeccionista, pero su falta de dedicación provoca que nunca termine lo que se propone. Le gusta que lo dejen solo, pero también que sus amigos lo busquen a pesar de que se esconda. Cuida tan mal su corazón, que él es el único responsable de todas las veces en que se lo hayan roto.
Cristian Defiore quiso ser muchas cosas a lo largo de su vida. En más de una ocasión pretendió ser escritor, vivir de que los demás lean su mente. Ha intentado dibujar, incluso aprender uno que otro instrumento, pero la falta de constancia es su eterna antagonista. Se lleva muy bien con el inglés, lee libros en su idioma original y se esfuerza por no depender de los subtítulos, pero nunca le pides que hable en ese idioma. Escucha las mismas bandas una y otra vez, le encantan las canciones repetidas. Decidió dedicarse al cine, y hasta su consciencia sabe que dio todo por aplicar lo que aprendió en alguna obra de su creación, pero quien se volvió su crítico más exigente terminó siendo él mismo. ¿Cómo cumplir tus sueños cuando es uno quien se los boicotea?
Su mayor defecto es criticarse a sí mismo. Valga la redundancia, ¿no?. Su vida es un ciclo sin fin de estancamientos, enamoramientos, sueños que permutan tan velozmente como fracasan, vicios y aislamiento, estados de ánimo incomprensibles que oculta en un bosque que no aparece en ningún mapa. Sus tendencias autodestructivas no son peligrosas por el daño que se provoque, sino por lo inadvertidas que pasan para el resto del mundo. No se asusten si ven cicatrices de navajas en sus muñecas, preocúpense porque no haya.
Cristian Defiore no conoce límites, y es insistente como nadie más. En reiteradas circunstancias cruzó umbrales de los que sabía no había retorno, y sus demonios internos son tan secretos que por siempre deberá cargar con la piedra de tener que enfrentarlos él solo. Los pecados que más te carcomen son aquellos que no conoce nadie.
A veces creo que él, aquel que tantas veces dijo ser —o querer ser— un artista, es diabólico: hagan la prueba, hablen con quienes lo conocen lo suficientemente poco pero necesario, y les dirán que es atento, emocional, que se preocupa y atiende a los demás, y que es muy raro que se ponga a sí mismo como prioridad. Pero yo te digo que no te confundas, ya que no es más que una trampa tan maliciosa que ni él mismo la reconoce. Si te acercas a él —tal como pretende, tal como anhela y necesita—, él mismo te hundirá en su miseria, en su caos y torbellino de heridas palpitantes. Cristian Defiore se ha acostumbrado tanto al sufrimiento, que es lo único que lo hace sentir; se ha instalado tanto en lo profundo de un pozo que él mismo cavó, que es el único lugar donde ahora se siente cómodo, donde puede escribir, tener ideas, y sentir que su vida tiene sentido.
Importa poco cuántas veces lo hizo con o sin intenciones, el motivo por el cual este individuo busca entablar vínculos emocionales con alguien más, es porque el dolor de ser lastimados —y lastimar— a alguien que dejaste que rozara la esencia de tu alma, es la emoción que más vivo lo hace sentir. En algún momento de su vida, el filo de una navaja se clavó tan profundamente en él, que se siente vacío sin ese cuchillo en su piel.
Cristian Defiore suicidó múltiples veces su alma, desangró tantas veces sus emociones que ahora todo se siente frío, abstracto, todo el mundo es un fantasma mientras que él es el único que sigue respirando. El desorden lo viste como una capa en su cuello, se envuelve en él y camina sin rumbo, hacia un norte marcado por un compás roto.
¿Por qué buscamos vivir bajo una lógica de tres actos? ¿Es acaso una vida sin problemas, una vida que no vale la pena escribir? Será que en los vestigios de la sanidad, uno siempre va a recordar más fácilmente aquellos momentos en que el conflicto fue el protagonista de su pasado. Vivimos en constantes arcos argumentales, desastres que ponen en juego efusivos objetos de deseo que creemos perseguir; y es que si las metas que nos proponemos fueran alcanzables, nuestras vidas carecerían de porvenir. La naturaleza del hombre es sentirse atraído por lo imposible e inventar antagonistas que se nos opongan, todo por miedo de llegar a un tercer acto y resolver los conflictos que definen nuestra existencia. Ni siquiera es por temor a perder aquella confrontación y que nuestra búsqueda resultara fútil, sino que es por miedo a lo que hay después de los créditos, el saber que luego del conflicto, los personajes dejan de existir. El problema de haber sido amamantado por la ficción —libros, películas, series, canciones, videojuegos—, es que sabemos que los personajes sólo existen mientras haya un conflicto que los ponga en movimiento, y que resolverlo —para bien o para mal—, implica que el relato llegue a su final, y que cese su existencia.
Y eso, eso es Cristian Defiore. Un ser tan obsesionado con la ficción, tan absorbido por la conspiración de Hollywood y de Aristóteles, que crea conflicto en su vida por el simple miedo a dejar de existir; se pone metas tan efímeras simplemente porque teme alcanzarlas, y hasta evita la confrontación por la paranoia de llegar al epílogo de su vida.
Por todo esto es que les advierto —y ya no tienen excusa—, que si Cristian Defiore los invita a ser parte de la historia que él hace llamar su vida, piénsenlo dos veces antes de considerar volverse un personaje de su mundo. Porque eventualmente, quieran o no, incluso aunque luchen por evitarlo, él los convertirá en una fuerza antagónica de un conflicto que nunca se resolverá. Por esto mismo les recomiendo que procedan con cuidado, y de encontrarse con esta persona que asegura querer ser un artista, cuídense de no volverse parte de su ficción. Atentamente, Cristian Defiore.
#¿quien soy?#autocrítica#ficcion#miserable#tres actos#epistola#mentiroso#insanidad#escribir#conflicto#personajes
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Capítulo 9 (Trasfondo)
El casillero número quince es angosto, está impregnado de olores con origen sospechoso y la ventanilla no permite la entrada del sol. A pesar de todo es más seguro permanecer encerrado que pasearse por los pasillos de la escuela sin embargo, Kwangmin desearía poder combatir contra los inefables sentimientos que le impiden actuar o moverse del lugar.
— ¿Hermano? ¿Puedes escucharme? — Susurra desde el otro lado de la puerta. Apoya el peso en las puntas de los pies con la intención de mirar a través de las persianas —. Voy a sacarte de ahí, ¿Puedes esperar?
— ¿Por qué te esfuerzas? Te meterás en problemas.
— ¡Tonterías! — Canturrea al abandonar su mochila en el suelo para intentar averiguar la contraseña de la gigantesca estantería —. No entiendo por qué no te defiendes, ¿Hasta cuándo permitirás estos maltratos?
—No pueden verte hablar conmigo, tampoco deseo que papá te regañe. ¿Por qué no simplemente te vas? — Responde en tono hostil, abraza las piernas con las extremidades y descansa el mentón en las rodillas.
— ¿Insistes en alejarme? Lo hubieses pensado antes de fecundar el mismo óvulo que yo.
— ¿Cómo puedes bromear en una situación así?
—Nacimos, vivimos y moriremos juntos. — Logra quitar la cerradura que bloquea la entrada, posteriormente la luz de los focos iluminan la fina estructura de Youngmin: un chico de al menos doce años, rostro ovalado, facciones femeninas, cabello café, radiante sonrisa y aura relájate. — ¿Crees que cambiaría a mi gemelo por amigos que olvidaré al crecer o por los caprichos de nuestros padres? Si no estoy contigo me siento incompleto. — Extiende la mano en dirección al joven que continúa descansado en un rincón cual cachorro indefenso —. No puede ser nadie más, debes ser tú.
—Vas arrepentirte de esto. — Responde el chico de tez morena. Finalmente estira el brazo hasta que los dedos de ambos se tocan.
Ocho años después.
El aire le quema los pulmones, la garganta parece cerrarse al mínimo contacto del humo y la sangre es un aroma al que ya está acostumbrado. El cúmulo de gritos es opacado por el sonido de las cadenas chocar, incluso el aire tiende a ser más agresivo dentro de la pequeña jaula abarrotada.
Tal vez es porque la habitación está hecha a partir de ladrillos sin color, quizá por la humedad que asecha los rincones provocando musgo en las paredes o probablemente sea que se encuentra atado a una cama de piedra el que le haga sentirse ofuscado, pero Youngmin está cansado del ambiente tétrico y de que jueguen con sus emociones como si fuese un títere o muñeco al que pueden manipular (desgraciadamente se ha roto la garganta de tanto gritar así que le queda esperar).
— ¿Has descansado adecuadamente? — Interroga un hombre de rostro juvenil, innecesariamente alto, labios carnosos, piel clara, perfil afilado y portador de una bata con restos de sangre que oscila en el aire.
— ¿Ahora te preocupas? No, tú vienes a sacar provecho de mí pues de lo contrario no estarías aquí.
—Siempre odié tu tono despreocupado, eras tan sarcástico, seguro de ti... — Libera una carcajada carente de gracia —. Ahora estás a mi merced.
— ¿Jin, de qué te sirve tener el poder sobre todos nosotros? No importa lo que hagas porque jamás conseguirás el corazón de HyunSeong, ¿No es así?
—Podría matarte ahora mismo. — Gruñe al apoyar el filo de la cuchilla sobre la mejilla de Youngmin aunque éste último ignora el gesto e incluso sonríe con picardía —. Hace unas semanas atrás perdimos un híbrido gato, él se llevó algo que nos pertenece y queremos recuperarlo a como dé lugar.
— ¿Quieres que lo mate por ti?
—No, lo necesitamos vivo. Minwoo es un ser bastante delicado así que no me puedo arriesgar a herirlo. Necesito que lo encuentres, te hagas su amante y extraigas cuidadosamente algo de su cuerpo pero sin hacerle daño.
—No lo entiendo. — Exclama exhausto de tanto pensar —. Además, ¿Por qué haría algo así?
—Te lo explicaré a detalle siempre y cuando aceptes, ¿Por qué sé que lo harás? A cambio te ofrezco la libertad absoluta.
—Quiero a mi hermano. — Frunce el cejo descontento.
—Si cumples con los términos estoy seguro de que el Señor Shim aceptará.
— ¿Estás seguro de que nadie saldrá lastimado?
—Soy doctor, Youngmin. Busco el bienestar de las personas.
(...)
Lleva poco más de cuatro horas despierto, los párpados lucen cansados al igual que los hombros pero no importa cuanto lo anhele porque el sueño lo ha abandonado por completo esa noche. Retiene la respiración por unos segundos mientras observa a DongHyun dormitar a su lado; se fija en la gota de sudor que acaricia la frente del adverso, la forma en que se desliza sobre la nariz para detenerse en la punta antes de caer hasta los labios que la consumen con lentitud.
Después de que casi tuvieron relaciones, la actitud del mayor cambió por completo... es como si de pronto se alejara o evitase el contacto físico. Minwoo creía que la unión entre los cuerpos era algo esencial para los humanos pues de esa forma conseguían conectarse, no obstante el alto parecía distraído y sólo acarreaba inseguridades en el híbrido que pensaba no era lo suficientemente atractivo para ser deseado.
Suspira con pesar mientras acaricia el brazo del adverso que descansa encima de las caderas. Debe ser egoísta, pensar solamente en él o su felicidad al lado de DongHyun porque en cualquier momento van a separarse y es que Minwoo es consciente de que en algún momento vendrán por él. Supuestamente la vida se compone de pequeños fragmentos felices que son el motor para sobrevivir en los tristes, pero vivir en el pasado tampoco es una opción.
—DongHyun, ¿También te sientes nervioso al pensar en nuestra separación? ¿Temes despertar y no verme más o soy el único tonto aquí? — Cuestiona al deslizar la mano por encima de los cabellos sedosos del mayor. No sabe si se trata de amor, dependencia o emoción pero su corazón se acelera, revuelca y late con fuerza cada que está cerca del otro —.Tal vez estoy llevando las cosas demasiado rápido así que agradecería si me destrozas el corazón ahora que todavía puedo desprenderme de ti. — Murmura contra el oído del chico para luego recostarse en el pecho del mismo.
Un fuerte dolor de cabeza ocasiona que DongHyun despierte, frota los ojos con los dorsos de las manos antes de clavar la vista en el reloj que descansa sobre el buró de noche. Gruñe al percatarse de la ausencia del sol; la mañana es fresca, el sonido de la cascada hace que se relaje todavía más sin embargo, la ansiedad de reservar un avión, contactar a Jeongmin, despedirse de sus padres, falsificar documentos son parte de su gran preocupación.
— ¿Por qué no estás comiendo adecuadamente? Sé que estás despierto así que exijo una respuesta.
—Sólo puedo hacerlo si estás conmigo.
—Tengo que salir constantemente para arreglar los últimos detalles antes de que nos vayamos, no puedo permitir que mueras de hambre en mi ausencia. — Apoya el mentón en la coronilla de los cabellos de Minwoo —. Debes aprender a utilizar la estufa, tienes que manejar los cuchillos y cocinarte algo sencillo. No siempre estaremos juntos, no siempre podré estar pendiente de ti.
— ¿Estás enojado conmigo? — Cuestiona tras agachar las orejas gatunas.
—Estoy preocupado. — Responde en tono mimoso, apoya los labios en la frente del chico para luego sonreír —. Cuando dejamos a Jeongmin en la carretera no me puse a pensar en las consecuencias, es decir, ya no puedo contactar a ningún familiar o amigo cercano y me pone un poco triste. No me hagas pensar en ti también.
—Perdona por ser una carga para ti, hyung.
—Jamás me arrepentiría de escogerte, simplemente pensaba que no puedes tenerlo todo en la vida.
—Te quiero...
DongHyun guarda silencio, no sabe cómo responder aquella confesión de amor por lo que desvía la mirada. — Iré a bañarme pues tengo una cita con un tal «L.Joe», el mejor amigo de Jeongmin que casualmente también es policía. — Se incorpora con el propósito de alejarse de Minwoo pues no puede estar tan cerca del mismo sin sentir impotencia. El mayor derrocha carisma de forma natural, una sonrisa amable siempre adorna su rostro, es capaz de hablar con dulzura y le gusta halagar a las personas pero por alguna extraña razón no puede hacerlo con el híbrido y no encuentra una explicación.
Minwoo logra tomar asiento en la cama, mantiene la cabeza agachada e intenta no llorar, « ¿Qué hizo mal? ¿Cuánto debe cambiar para ser suficiente? ¿Por qué continúa existiendo una barrera entre los dos? » Los amargos pensamientos parecen destruir la moralidad del menor quien finalmente se levanta y dirige a la cocina.
(...)
DongHyun sostiene la cabeza entre las manos aunque ni con ello puede parar el zumbido del lóbulo frontal, mucho menos el dolor. Con trabajo sube el cierre del suéter, permite que la capucha cubra los mechones de cabellos mojados por el reciente baño y se encamina a la estancia central de la casa.
— ¿Minwoo, qué estás haciendo? — Balbucea al notar el desagradable olor provenir de la estufa, a juzgar por el color de los cubiertos deduce que el sabor de la comida no debe ser tan agradable aunque no muestra desesperación. — ¿Acabas de cocinar tú solo?
—Lo hice para ti. — Explica al señalar un tazón con huevo aparentemente quemado por fuera pero crudo por dentro, un zumo de naranja que bien parece licuado de nuez, arroz crudo, pan tostado de forma exagerada, además de una sopa de fideos con aspecto y sabor a cartón remojado.
—Luce...bien. — Pensativo lleva la mano a la barbilla, no puede rechazar ni tirar el esfuerzo del menor a la basura aunque tampoco quiere morir de intoxicación —. Vamos a comer. — Agrega al tomar asiento en una de las sillas, posteriormente sostiene un par de palillos de metal entre los dedos -con los que se ayuda para agarrar una porción de arroz-, no obstante a los pocos segundos experimenta el sabor de algo chicloso y duro.
—No tienes que comerlo. — Se apresura a interrumpir con las mejillas acaloradas pues se percata del mal sabor de las cosas.
—Está bien, no te preocupes. — Responde tras capturar un trozo del alimento principal pero la consistencia es babosa, salada, carente de color.
—Realmente no debes... — Muerde la punta de los cubiertos que sostiene firmemente en la mano.
—Estoy bien. — Acaricia la mejilla del más joven con un deje de ternura, por su parte Minwoo se dedica a restregarse contra la palma del mayor —. Si no querías que lo comiese no lo hubieses cocinado.
—Quería que dejaras de estar enojado conmigo.
—No estoy enojado.
— ¿Entonces por qué no...? — Muerde el labio inferior reprimiendo los deseos de hablar.
— ¿Por qué no? ¿Hay algo que te molesta?
— ¿Por qué no me tocas?
DongHyun cubre la boca con las palmas para ocultar la carcajada que busca salir desesperadamente. Peina los cabellos hacia atrás y niega de un lado a otro —. Sentí que te obligaba hacer algo que no querías, no deseaba que hicieras ideas erróneas o vieras mi cariño como algo interesado. — Argumenta con seriedad —. Me da vergüenza admitir que me pones nervioso; soy un niño pequeño a tu lado. Es muy pronto para decir o ponerle un título a nuestra relación, pero eres especial para mí. — Revuelve los cabellos del híbrido mientras los labios se rompen en una sonrisa.
—Jamás me obligaste a nada, yo quería hacerlo. —Admite con las orejas rojas por la pena.
—Has pasado parte de tu vida en las calles y la otra encerrado en un laboratorio. Sólo me tienes a mí, ¿no estaría aprovechándome de tu inocencia? Es algo que deseo evitar más cada que te veo tengo la necesidad de abrazarte o besarte.
—Hablas tan natural que me cuesta analizarlo.
—No dices mucho pero tu cuerpo te delata. —Recarga los codos en la mesa, así mismo deja caer la barbilla en medio de los dedos —. Cuando me ves mueves involuntariamente la cola gatuna de un lado a otro, cuando estás nervioso automáticamente tus orejas humanas cobran un color rojizo intenso, cuando estás triste o preocupado agachas las orejas felinas, cuando estás excitado ronroneas, cuando te encuentras feliz no paras de moverte y tus cabellos se esponjan si estás alterado.
—Iré a bañarme...— Gruñe ansioso de saber que DongHyun no pasa por desapercibida ninguna de sus acciones.
El mayor sólo atina a reír con sinceridad, se remanga la camisa blanca para poder depositar los trastos sucios en el lavabo aunque la carpeta que descansa en la mesa de la cocina capta su atención; dejó de leer la información sobre los experimentos porque lo veía innecesario, después de todo estaba huyendo de eso y por muy atroz que fuese todo, simplemente no tenía el poder para salvar a los tantos seres idénticos a Minwoo así que, ¿Valía la pena leer algo así?
Regresa la atención al jabón en un intento por ignorar la valiosa información pero a los pocos segundos ya se encuentra secándose las manos y sosteniendo dicho artilugio: —Un vistazo y es todo. — Dice al deslizar el dedo por encima de la carpeta.
Se topa con una portada grisácea, en la esquina derecha se expone el título «Corporación Shim de Experimentos Extrasensoriales» y en la izquierda el nombre de algunos proyectos como: "Experimento 13", "Corazón mecánico", "Tritón X", etc.
En sí todas se identifican por vender sus productos como si fuesen un objeto sexual, otros (como Minwoo) garantizan cuidar del fenómeno para extraerle órganos en cualquier momento aunque sólo si el comprador lo requiere, así mismo expone la posibilidad de una fecundación entre los dueños y productos.
A los pocos segundos DongHyun va ensamblando el rompecabezas y se percata de que existen dos individuos diferentes que quieren poner sus garras sobre Minwoo; la primera implica a un laboratorio que claramente utiliza a los seres anormales para sacar curas o virus mientras que la segunda persona se trata de un hombre de origen desconocido con fetiches sexuales un poco peculiares.
Entre los tecnicismos, páginas rotas, manchas ilegibles, logra entender que Minwoo ha sido comprado por un millonario sin rostro pero hay una información que todavía no cuadra pues unas hojas más adelante tachan al híbrido por muerto, ¿Por qué "matarían" a Minwoo? ¿Qué ganan con mentir? ¿Cuál es el verdadero propósito del experimento?
Acaricia el mentón pensativo, cierra la carpeta para finalmente guardarla en una mochila e irónicamente la silueta del híbrido aparece entre las sombras; porta una camisa dos tallas más grande que él, un pantalón oscuro ajustado y el cabello está amarrado por una toalla. Se dirige a la ventana pues le gusta mirar la cascada que se vislumbra a lo lejos.
Por primera vez el mayor es capaz de admirar el perfil del gatuno, desde la pequeña nariz afilada hasta las caderas puntiagudas, la esponjosa cola moverse de un lado a otro o las orejas que se ponen alerta ante el mínimo sonido.
Decide tomar la cámara del celular, capta el reflejo del menor y curva los la boca en una sonrisa al ser descubierto.
— ¿Qué haces? — Inquiere con timidez.
—Me faltaba una foto tuya. — Abandona la cocina para acercarse al chico, su niño, el hombre que le provoca tranquilidad. Rodea las caderas del mismo mientras pega la barbilla en el hombro del chico y siente un escalofrío recorrerle la espina dorsal —. Nos iremos a Canadá, ¿Está bien?
— ¿Por qué?
—Es el mejor lugar que podemos utilizar para ocultarnos.
—No sé hablar inglés.
—Yo te ayudaré. Lo importante es que nadie descubra nuestra identidad, no puedo permitir que te aparten de mi lado.
— ¿Crees que estaremos bien?
—Separados somos vulnerables, pero es imposible que nos dañen si estamos juntos. — Apoya la punta de la nariz en la mejilla del menor, finalmente se separa y acaricia con los labios la barbilla del más joven para luego iniciar una sesión de besos sonoros pero fugaces.
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